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Réquiem Con Sabor Hispánico

Réquiem con sabor hispánico

 

By CARLOS GARCÍA RECHE     NOV. 5, 2017

El pasado domingo 5 de noviembre tuvo lugar una buena sesión de folclore hispánico, en un programa que reivindica la inspiradora riqueza del patrimonio musical español, y tiende un puente cronológico para estrenar una obra tan actual como inusual: un Réquiem con elementos lírico-flamencos. Se trataba de un encargo para homenajear al célebre cantaor Enrique Morente, de la mano del experimentado Enric Palomar, muy cercano siempre al mundo del flamenco.

Así pues, las fantásticas melodías de las 3 danzas de Granados (por popularidad, las más representativas de las Doce danzas españolas Op. 37) aderezan el aire de la sala Pau Casals. La dirección de Caballé: sin prisa en la conducción de la enigmática Oriental, y entusiasmada en la festiva Rondalla, la brillante jota aragonesa.

Transportados ya los oyentes a finales del siglo XIX, la atmósfera se impregna ahora de drama con el más que popular amor brujo de Falla. En la sala, el vestido rojo de Mariola Membrives acapara la atención del público, atrapado ahora en el desgarro amoroso y visceral de la cantaora. El amor brujo de Falla para suite de concierto (es decir, sin ballet) es a pesar de no ser la definitiva y dejando obviamente de lado las adaptaciones cinematográficas, más práctica e igualmente satisfactoria para el público, especialmente si la interpretación es soberbia (como fue el caso).

Acomodado ya el sabor hispánico tras el descanso, llega el estreno de Réquiem por el cantaor de los poetas. En el escenario, se incorporan músicos: el cantaor Pere Martínez y los palmeros, la soprano Maria Hinojosa; e instrumentos como la flauta en sol, celesta, xilófono, campanas tubulares entre otros de percusión, y el arpa (habitual en la obra de Palomar) y por supuesto, un voluminoso coro dispuesto en el fondo del escenario. Tras un humilde y breve discurso del compositor, arranca esta obra, de considerables dimensiones (unos 55 minutos) y ambiciones (fusionar la tradición litúrgica con la poesía y el flamenco). La que en un principio iba a llevar como título Réquiem a la memoria de Enrique Morente, sigue vistiendo el estilo postimpresionista de Palomar, que combina con imaginación pasajes de texto litúrgico, de la mano del Orfeó; y de poesía, de la mano de los cantantes solistas. Todo ello sin descuidar una escritura orquestal refinada e idiomática, pasando por la contundencia (mucha contundencia) de las percusiones; la combinación de matices sonoros de celesta, piano y arpa; y por los pasajes protagonizados por el viento metal, evocadores nostalgia y emoción. A destacar el papel independiente de los cantantes; algún exigente pasaje a pizzicato para cuerda; y otro caracterizado por la belleza coral en In Paradisum. Durante la obra se apreciaron momentos de gran intensidad y a veces unas pausas entre partes demasiado breves. Por otro lado, no es de extrañar que el ensayo y preparación del estreno de este singular réquiem, acarreara por lo visto algunas dificultades para el coro (parcillas entregadas con poco margen de tiempo). Dificultades que en cualquier caso, poco se notaron en una interpretación vigorosa y colosal.

Tel. 932-479-300, auditori.cat

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