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“Escribir Sobre Música…

“Escribir sobre música…

Tom and Nicki Löschner 2

(Photo by Tom and Nicki Löschner)

By GERMÁN GAN     ENE. 15, 2017

… es como bailar sobre arquitectura”. Podríamos aducir innúmeras expresiones, aun de mayor acento sarcástico que ésta de Frank Zappa, para compendiar una actitud usual ante la literatura musical, entendida lato sensu: la convicción de su intrascendencia última, ante la incapacidad del discurso verbal, ya sea oral o escrito, para aportar un ápice de sentido adicional a lo que ya se transmite, y con plena suficiencia, a través de la sucesión sonora desnuda; la incompatibilidad entre lo sonoro (y, añadiríamos, lo visual) y lo literario como dimensiones irreductibles de la experiencia estética e, incluso, la molesta pretensión de la paráfrasis textual de orientar –si es que no coartar– la escucha hacia terrenos domesticados y confortables, contradiciendo su propensión natural a la aventura.

Cuantos, de manera esporádica o reincidente, hemos sucumbido a la tentación de la glosa, descripción, comentario o análisis literario del fenómeno sonoro (en los ámbitos del periodismo, la crítica y la divulgación musicales o en el terreno musicológico), nos hemos planteado esta limitación: el “para quién” del escribir sobre música depara de inmediato interrogarse sobre un “para qué” y un “porqué” más acuciantes y que, hélas, suelen solo recibir respuestas provisionales y de utilidad exclusivamente privada.

No discutiremos que no hay exégesis que supla la inquietud de confrontarse por vez primera, despojado de armas conceptuales, a una obra desconocida, ni comentario que supere la emoción del reencuentro con alguna de nuestras predilectas, largo tiempo preterida. Pero, ¿negaremos por eso que pueda contribuir al placer sensitivo e intelectual de estas experiencias el sostén o la apertura de horizontes de sentido que nos puede proporcionar la palabra escrita? ¿Hay razones suficientes para renunciar a indagar en el universo bachiano con Albert Schweitzer, para no escuchar el Don Giovanni desde las páginas de Kierkegaard, para no admirarse de la obertura Coriolano con Hoffmann como guía, para prescindir de Gerardo Diego ante los nocturnos de Chopin, para no conmoverse con la narración de Echenoz sobre los últimos años de Ravel o para no osar trascender los límites de la materia sonora de un Xenakis de la mano de Eugenio Trías? Por no hablar de las ocasiones en que son los mismos compositores –de Peri a Lachenmann, de Schumann o Busoni a Boulez– o intérpretes (Brendel, Gardiner, Harnoncourt, Fischer-Dieskau…) quienes acceden a compartir con nosotros, lectores-oyentes en ambos sentidos, los frutos de su experiencia reflexiva.

Ensayemos, pues, sin recato unos pasos de danza literarios en este nuevo espacio que nos ofrece press-music: con tan ilustres predecesores en este inveterado “error” de pergeñar páginas sobre música, bien podemos proseguir en el empeño…

 

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