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El Palau Resuena Con Dudamel 

El Palau resuena con Dudamel 

(Photo by Antoni Bofill)

By ISRAEL DAVID MARTINEZ     SEP. 18-19, 2018

Gustavo Dudamel, junto a la Mahler Chamber Orchestra, ha logrado salir victorioso –pese a los numeroso móviles y ataques incontrolados de tos– de los dos primeros conciertos de la atractiva temporada que propone el Palau de la Música Catalana, Palau 100.

En el primero de ellos, el realizado el 18 de Septiembre, el director venezolano abordó la Sinfonía nº 5, en Si bemol mayor, D. 485 con poco nervio y falta de planos sonoros. Aunque intentó corregir la ausencia de los mismos en el último movimiento, Allegro vivace, su versión alcanzó una lectura correcta, pero predecible. Más tarde, ya en la segunda parte, hubo un cambio considerable. Gracias a la sinergia entre los diferentes jefes de fila de la orquesta se alcanzaron cotas de extraordinaria belleza. Esto ocurrió con otra obra perteneciente también al romanticismo musical, concretamente con la Sinfonía nº 4, en Mi menor, Op. 98 de Brahms. El primer movimiento, Allegro ma non troppo, fue antológico. Lástima que la atmósfera alcanzada se diluyera en el segundo movimiento cuando Dudamel, perplejo, tuvo que detener a la orquesta para que una persona del público apagase su teléfono.

Segundo concierto

En la segunda jornada, 19 de Septiembre, tras otro Schubert, en este caso la Sinfonía nº 3, en Re mayor, D. 200, llegó el plato fuerte de la jornada: la Sinfonía nº 4, en Do mayor de Mahler. Y, en esta obra, el director y sus músicos demostraron que están en otro nivel. En un nivel que actualmente puede escucharse en Berlín o en el Festival de Lucerne. Sublimes, apoteósicos, divinos. En el último movimiento, Sehr behaglich, gracias al talento de la extraordinaria soprano sudafricana Golda Schultz, Dudamel quiso imitar al gran Claudio Abbado. Es decir, quedarse con la batuta alzada y, desde el más absoluto silencio, volver poco a poco a la realidad. Pero eso no fue posible. El público, lastrado por las toses, ruidos, golpes, no lo acabó de entender y, lamentablemente, otro teléfono llamó la atención de los presentes. La magia que quiso crear el joven director venezolano quedó en una especie de mueca extraña. Ciertamente fue un lástima. Si somos sinceros, no tenemos más remedio que aceptar una realidad: durante cualquier concierto, al menos en Barcelona, suenan, y vuelven a sonar, decenas de teléfonos. No obstante, los percibimos cuando la orquesta nos deja escucharlos. Este es un serio, eterno, problema que algún día se deberá abordar. Resulta cómodo mirar hacia otro lado y cruzar los dedos. Pero esa no es la solución.

(Photo by Antoni Bofill)

La orquesta

Sería injusto publicar una reseña musical, de los dos conciertos, sin señalar a algunos solistas de la Mahler Chamber Orchestra que fueron piezas clave para que la belleza sonora alcanzara tal nivel. La seguridad del concertino Raphael Christ, el bello sonido de la flautista Chiara Tonelli, el increíble fraseo de la oboísta Mizuho Yoshii-Smith, la perfecta articulación del fagot con Guilhaume Santana y, cómo no, la  extraordinaria proyección de la trompa con José Vicente Castello ayudaron en el cometido artístico.

Dudamel volverá otra vez al Palau de la Música Catalana para cerrar la temporada con otro Mahler, en ese caso la Sinfonía nº 2. Eso ocurrirá a finales de junio de 2019.

Será cuestión, si nadie lo remedia, de sobrevivir de alguna manera y no añorarlo demasiado.

En todo caso, cuando suene mi móvil, siempre pensaré en él.

palaumusica.cat

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